¿Puede una taza de café cambiar el mundo?

 

 

Actualmente mientras que el valor generado al final de la cadena de producción del café convencional no deja de crecer, la proporción para los productores y productoras es cada vez menor. Desde fines de los años noventa, las empresas tostadoras son, junto con las distribuidoras, los actores que generan mayores ingresos dentro de la cadena.  Por contra, sin los medios suficientes para mantener sus cultivos y obligados a endeudarse para satisfacer a sus necesidades básicas, muchos de los productores y productoras de café se encuentran atrapados en la “trampa de la pobreza”. A menudo, las familias caficultoras sufren de problemas de malnutrición e índices elevados de analfabetismo. La pobreza también alimenta fenómenos tales como la migración o el tráfico de droga, y en algunos países (Kenia, honduras, etc.), recurrir al trabajo infantil sigue siendo, a veces, una solución.

cafe-comercio-justo

En este sentido el café de Comercio Justo se basa en los compromisos asumidos por los actores de la cadena para permitir a organizaciones productoras, trabajadores y trabajadoras vivir de su trabajo e invertir de manera colectiva a largo plazo. Son relaciones duraderas y estables caracterizadas por

  • Fomentar la organización colectiva y democrática de los grupos productores.
  • Acordar un precio mínimo garantizado.
  • Existencia de la prima de Comercio Justo que repercute sobre toda la comunidad.
  • Cumplir las convenciones de la OIT (organización internacional del Trabajo)
  • Promover campañas de sensibilización a la ciudadanía que fomenten el consumo del Comercio Justo.

                      ¿Puede una taza de café cambiar el mundo?

Quizá contestar afirmativamente a esta pregunta sería simplificar demasiado la compleja realidad en la que vivimos, pero sí, consumir café ecológico y de Comercio Justo en tu vida diaria contribuye, y de manera muy directa, a proteger el medio ambiente y a mejorar la vida de muchas personas.